¿Cómo superar un rechazo amoroso?

En algún momento de nuestra vida, antes o después, todos nos enfrentamos a un rechazo. Puede ser un rechazo amoroso, laboral, de amistad o incluso familiar, pero todos acabamos enfrentando esa sensación de «no he gustado» o «ya no le gusto» que taladra la imagen que tenemos de nosotros mismos.

Por supuesto, como en todos los aspectos de nuestra vida, la vivencia ante un mismo hecho nunca implica una misma emoción, ni una misma intensidad ni genera los mismos pensamientos en una persona. Es lo que llamamos subjetividad. Sin lugar a dudas, compartimos una misma lengua, como ejemplo podemos decir «estoy mal porque ya no le gusto» pero ese «mal» puede implicar cosas diferentes en cada persona: 5 minutos de bajón, ahogar las penas en alcohol, regirse por el dicho popular un clavo saca otro clavo (aunque no saque ninguno realmente), pasar una pequeña depresión, etcétera, etcétera. Usamos una misma lengua pero lo que cada uno queremos decir, lo que cada uno sentimos detrás de esas palabras, difiere.

Partiendo de esto, no hay una manera especial ni unos consejitos que siempre sirvan ni una varita mágica que nos libre de tener que enfrentar y afrontar el dolor de un rechazo. Es de esas situaciones que uno ha de vivenciar, transitar y reubicarse emocionalmente para continuar sin que las experiencias le conviertan a uno en un corazón espinado (como dice la canción de Santana y Maná).

¿Por qué duele un rechazo?

Desde el nacimiento, y a lo largo de la vida, todos vamos componiendo una imagen de nosotros mismos. Esa imagen se construye con cómo nos miraron nuestros padres, cómo nos hicieron sentir en nuestro entorno, cómo nos percibimos para el otro, si uno se siente a gusto consigo mismo, y más aspectos que vamos a acortar para no alejarnos de la pregunta que nos trae aquí. Lo importante de esta puntualización es que, cuando vivimos un rechazo, esa imagen que tenemos de nosotros mismos se ve golpeada por la realidad: no gustamos a todo el mundo.

De boquilla, o en nuestras cabezas, muchas personas pueden decir que tenemos ese conocimiento. No somos omnipotentes. Podemos sentirnos maravillosos pero, muchas personas sabemos que no a todo el mundo les vamos a resultar atractivos, interesantes, agradables, etc. Lo cual no quiere decir que cuando uno se vea confrontado con esta sensación de falta (no tengo «eso» que he de tener para gustarle) no duela. Es lo que se llama herida narcisista.

«Se denomina herida narcisista todo lo que viene a disminuir la autoestima del Yo o su sentimiento de ser amado por objetos valorados«. Baranger, W.

La gran pregunta sería ¿qué es ese «eso» que tengo que tener para gustarle a fulanito/a? Para que alguien nos guste tiene que tener algo. Es un algo concreto, que en muchísimas ocasiones desconocemos pero que es determinante para que esa persona se convierta en causa de deseo. No es algo tan sencillo como decir «me gustan las personas altas» pues no todas ellas despiertan el interés, se trata de algo más profundo e interno. Por la misma causa, cuando no gustamos a todo el mundo desde un punto de vista erótico o romántico se trata de esto mismo. Una misma persona no puede tener ese algo generador de deseo para todos los seres humanos del mundo.

¿Por qué me duele tanto el rechazo?

Frente al apartado anterior fijaros que la diferencia está en el «tanto». Este adverbio indica un exceso, la subjetividad. Nos señala que el dolor del rechazo duele de más.

Un rechazo puede generar emociones de lo más diversas, no solo variarán en función de cada persona, si no también de lo investido que esté el vínculo o esa persona de la que se esperaba una respuesta diferente. Por ejemplo, no es lo mismo un rechazo en una discoteca ante alguien que no se conoce (aunque muchos pueden sentir un dolor más acuciante, no por la persona si no por la sensación de «otra vez me pasa igual»), que cuando se trata de un rechazo amoroso por parte de un/a amigo/a.

Un rechazo puede ser vivido como un duro agravio. Depende de cómo uno haya podido constituirse psíquicamente podemos hablar de un golpe a su narcisismo que se puede solventar sin grandes percances, o puede hacer que una persona se sienta vacía, hundida, completamente desvalorizada, humillada. Por todo ello, puede haber desde momentos a temporadas de cabreo, rabia, tristeza, decaimiento, desamparo…

Ante el dolor de un rechazo las relaciones cambian. No tiene por qué ser de forma permanente pero sí hay algo que se rompe, pues hay dos personas que se miran de forma diferente, con expectativas diferentes y una ha visto sus demandas de amor totalmente insatisfechas. Por ello, ante eso que llamábamos una herida narcisista, también es común que se produzca una distancia, que la relación cambie, que uno necesite tiempo para poder rehacerse ante ese «no me gustas de esa manera».

¿Cómo sanar el rechazo de una persona?

Por gracia o desgracia, como decíamos antes, no existe la cura mágica que a uno le permita pasar por esta situación indemne. No cuando realmente se ha tratado de alguien importante, había una expectativa acerca de esa persona o, como decíamos antes, cuando también se pone en juego la sensación de «nunca gusto».

Cuando un rechazo se convierte en un dolor excesivo, en algo que está provocando una gran angustia que puede aparecer como ansiedad, problemas para disfrutar, que pueda interferir en cómo se relaciona con los demás, etc. Ante esto sí es importante consultar con un profesional, pues ese «exceso» está señalando que hay algo más, a nivel interno, que el reciente rechazo.

Un ejemplo tonto pero que puede ser útil para explicar mejor lo que quiero decir. Ese exceso de sufrimiento que señala que hay algo más es como tener fiebre; la fiebre es un indicador, como una señal de que algo no anda bien en alguna parte del organismo. Pues lo mismo cuando hablamos de rechazo.

Y, para poder responder a la pregunta sin caer en la trampa de dar recetas generalistas para corazones únicos. Algunas ideas que pueden servir para pensar y conocerse uno ante una situación de rechazo, que siempre ayuda a pensar o a dar pasos importantes, son:

  • ¿Acabas negando tanto la situación como tus sentimientos para hacer como que no duele, incluso ante ti mismo?
  • ¿Te obligas a hacer como si nada para…?
  • ¿Dedicas gran parte de tu tiempo a pensar sobre ello? Por qué no le gusto, qué no tengo, por qué otros sí y yo no…
  • En otras situaciones que has recibido un rechazo ¿te suele doler tanto?
  • ¿Piensas que un rechazo implica que ya no eres una persona interesante, importante, atractiva, etc.?
  • Si te sucede recurrentemente ¿te has preguntado por qué?

Fuente:

Baranger, Willy ( 1991),» El narcisismo en Freud». En J. Sandler (compilador), Estudio sobre ‘Introducción al narcisismo’ de Sigmund Freud. J. Yébenes, Madrid, 1991.

Compartir en: Twittericono twitter Facebookicono facebook Pinteresticono pinterest

También te puede interesar