El dolor físico afecta a la salud mental, de eso no nos cabe lugar a dudas. Lo podemos ver en nuestro día a día, con las afecciones más comunes y frecuentes de la vida, al igual que también queda perfectamente representado en enfermedades más graves.
En este artículo nos vamos a centrar en ahondar sobre la relación entre mente y cuerpo para poder profundizar en la relación entre dolor físico y dolor psíquico. Dicho esto, entre los beneficios de la meditación o de la práctica del yoga podéis encontrar una opción para mitigar ciertos dolores físicos y, de esta forma, mitigar también el emocional.
¿Qué efectos puede causar el dolor a nivel psicológico?
Comencemos por un ejemplo cotidiano. Cuando vuestra pareja o hijo se enferma, o vosotros mismos, ¿no están un poco más ñoños, apáticos o irascibles? Es común que cuando uno tiene un dolor esté más preocupado y centrado en el mismo, que se encuentre con falta de energía, que tenga menos intereses, se puede encontrar más vulnerable, a veces aparece la sensación de culpabilidad por enfermarse, sentirse inútil o ineficiente.
Si hablamos de dolores físicos crónicos entonces podemos hablar de como también la salud mental queda mermada. Convivir con el dolor y las limitaciones que ocasiona no es nada sencillo, deja una huella en el ánimo y a veces puede llegar también a provocar autoaislamiento o dificultades sociales.
¿Esto quiere decir que siempre va a ser así? En absoluto. Cada persona es un mundo. Cada persona se relaciona con el dolor de una manera diferente y hay personas con dolores crónicos que pueden tener una vida rica, aunque eso no quiere decir que no sufran también emocionalmente. Al igual que hay personas que sienten que para hacer lo más mínimo tienen que poner toda la vida en ello.
Como siempre, hay que ver el caso por caso porque cada persona tiene una historia y una forma de funcionar el mundo, la cual influenciará también cómo pueda manejarse con el dolor físico.
¿Cómo saber si un dolor físico es psicológico?
Con independencia de que se trate de un dolor físico con base orgánica o psicológica hay que tratarlo como un dolor real, porque lo es.
El hecho de que una persona pueda sentir un dolor físico y sus causas sean psicológicas no quiere decir que se lo esté inventando, si no que a través del cuerpo se está expresando una afección que tiene lugar en lo emocional.
Generalmente, lo que suele suceder es que uno acude al médico de atención primaria o al especialista pertinente para que trate ese dolor físico pero, cuando se han probado diferentes tratamientos y no hay cambios, es cuando se comienza a plantear si la causa estará en otro lugar.
En otras ocasiones, cuando uno conoce más cómo funciona su mente-cuerpo también puede saber con antelación si es físico o psicológico. Por ejemplo, una persona que tiene ansiedad con cierta frecuencia y conoce cómo somatiza es más fácil que sepa diferenciar cuándo se debe a su ansiedad a cuándo es físico.
¿Por qué el dolor emocional se convierte en físico?
Desde hace muchísimos años la psicología y la medicina han estudiado la correlación que hay entre el dolor emocional y el dolor físico. Bien es cierto que siempre habrá alguien que lo ponga en cuestión pero tenemos ejemplos cotidianos que respaldan estas premisas ¿acaso no existen las cefaleas tensionales o las contracturas musculares por la tensión o el estrés? Y tampoco hay que irse mucho más lejos, cuando una persona está pasando por una depresión es común que sienta cansancio físico o aparezcan trastornos digestivos.
La neuróloga Suzanne O’Sullivan lo describe como “Tienen un estrés mental del que no son conscientes y alguien les está obligando a enfrentarlo. Esos síntomas son una manifestación del organismo: tu cuerpo te está diciendo que algo no va bien dentro de ti y que no lo estás viendo”
Si quieres conocer más sobre este tema, te recomiendo continuar la lectura de este artículo «Enfermedades psicosomáticas: la emoción ligada al cuerpo«.
¿Qué parte del cuerpo duele por ansiedad?
La ansiedad se manifiesta a través de distintos tipos de síntomas. Si nos centramos en los síntomas físicos, los más frecuentes son:
- Trastornos gastrointestinales como pérdida de apetito o, por el contrario, atracones, diarreas, etc.
- Temblores de manos y/o piernas
- Sensación de debilidad
- Hormigueo
- Dolor de cabeza
- Dolor abdominal
- Taquicardia o palpitaciones
- Falta de aliento
- Micción frecuente
- Vértigos
- Náuseas
- Pérdida de visión momentánea
Si quieres conocer más sobre la ansiedad, te recomiendo continuar con la lectura de este artículo «Tipos de ansiedad: cuáles son sus síntomas y causas«.
¿Qué duele más el dolor físico o el emocional?
¿Duele más un esguince o perder a alguien a quien amas? Todos conocemos la respuesta pero, si es necesario, que sepas que hay estudios -échale un vistazo a las investigaciones de las Dr. Adrienne Carter-Sowell y Zhanheng Che publicados en la revista Psychological Science – que muestran que el dolor emocional es más grave y duradero que el dolor físico.
El dolor físico, por regla general, es temporal y se puede paliar. Sin embargo, el dolor emocional puede dejar huellas que nos acompañen de por vida o podemos necesitar meses, o incluso años, para poder elaborar un abandono en la infancia, un duelo, una pérdida, etc.
Pensad que hay situaciones que nos pueden provocar dolor emocional que se repiten con frecuencia a lo largo de la vida. Por ejemplo, hay personas que lo quieren todo y lo quieren ya, eso es imposible de alcanzar y se pueden ver constantemente enfrentados a esta realidad con el sufrimiento que genera (salvo que lo trabajen en terapia).
¿Cuáles son los malestares emocionales?
Un malestar emocional es lo contrario a la sensación de bienestar. Es sentirse mal, aunque sea una redundancia pero es la explicación más frecuente. En otras palabras sería describir una sensación como de intranquilidad o desasosiego.
En muchas ocasiones, cuando uno se encuentra mal no sabe por qué. Es como si se encontrase angustiado, no le puede poner palabras a esa sensación salvo «estoy mal» o «no estoy bien. A su vez pueden aparecer otro tipo de sintomatología, como un llanto incontrolable, dolor de cabeza, dolor muscular, insomnio, dificultad para concentrarse, apatía, falta de placer o de ganas de vivir, irritabilidad.
Este malestar puede estar ocasionado por múltiples causas, desde problemas en la vida amorosa, laboral, familiar, amigos… Esto no quiere decir que siempre que aparezca un malestar emocional quiere decir que sea algo patológico, hay cosas que nos pueden causar intranquilidad y no es insano. Lo cual no quiere decir que un malestar continuado en el tiempo o que está afectando en el día a día no sea causa para consultar con un profesional.
Por si queréis leer un poquito más sobre el tema, os dejo este artículo «Angustia emocional. No sé qué me pasa«.