Aquel que ha amado alguna vez, sabe lo doloroso que es perder a quien se ama.
A pesar de que el número de personas con mascotas es verdaderamente alto, todavía estamos inmersos en una sociedad en la que el duelo por la mascota es incomprendido. Esto da como resultado que no se habla, no se pide ayuda o cuando se hace la respuesta recibida es devaluar las emociones del doliente.
Una mascota es un hijo, un mejor amigo, un trozo de uno
En el discurso de pacientes y personas de mi entorno he escuchado en muchísimas ocasiones que la mascota es sentida, vivida y ubicada en un lugar de hijo. Aquellos que no lo han descrito o planteado desde esta concepción hablan del compañero más fiel o del mejor amigo que han tenido. Por supuesto, también habrá personas que tengan una mascota como un medio para un fin o que le den un lugar de objeto; esto pasa en las relaciones humanas y cómo no también sucede con los animales al cargo.
¿Por qué vivido como un hijo, un niño o un mejor amigo? Una de las características que tienen en común las mascotas -pongamos de ejemplo perros o gatos- con un bebé o un niño es que van a ser totalmente dependientes de sus cuidadores, esto ya de por sí va a marcar el tipo de vínculo. A su vez, hablamos de una relación en la que el amor y la incondicionalidad surgen de forma natural entre ambas partes. Uno sabe cuál es su mascota sin dudarlo pero la mascota también reconoce a su dueño sin dudarlo por muchos humanos que haya juntos.
Hay múltiples estudios en lo que se ha mostrado cómo una mascota puede cambiar la vida de una persona, o cómo ellos -perros o gatos- tienen la capacidad de percibir las emociones de sus dueños y actúan en consecuencia. Un ejemplo verídico, una paciente con una profunda depresión, que le costaba poder conectar con los demás, a través del perro de sus hijos consiguió sentirse acompañada en su tristeza (siempre aparecía cuando estaba alicaída y le ponía la cabeza en la pierna), le reclamaba y le daba mimos, le pedía jugar y comenzó a sacarle de paseo. Esto, más el trabajo personal que estaba haciendo, la ayudó a salir de lo que vivía como un agujero negro que absorbía toda la luz del mundo.
Tener una mascota es hacerse cargo de su alimentación, de su higiene, sus médicos, sus horas de juego, sus necesidades específicas, del amor que necesitan. Y, lo más impresionante, es que aunque uno falle en alguno de estos aspectos siguen estando ahí. No hay reproches, no hay enfados, no hay pérdida de amor, la incondicionalidad continúa.
Cómo hacer el duelo por una mascota
Hoy día, muchos profesionales de la salud no dudan en afirmar que el duelo por una mascota puede ser tan intenso -o más- como el duelo por una persona. La gran diferencia es que el duelo por una persona amada se vive en mayor compañía, puesto que se puede hablar con más facilidad ya que está mejor visto a nivel social (al menos dentro de unos márgenes temporales, que ya hemos hablado en anteriores artículos de que parece que en esta sociedad la tristeza no hay que transitarla, si no erradicarla desde el primer minuto).
Por tanto, cuando perdemos a una mascota también tenemos que transitar y hacer el duelo por el ser vivo amado y perdido. Hay una sensación de desconsuelo y de angustia desoladora, hay un vacío tan grande en el pecho que parece que nada podrá colmarlo. La tristeza se convierte en parte del día a día, a veces puede llegar a ser incapacitante de forma temporal. Los pensamientos recurrentes, los recuerdos, las preguntas… Todo está ahí.
Un duelo por una mascota es un duelo como el de una persona, es un proceso lento que hay que vivir, transitar y elaborar. Aunque no sea algo comprendido a nivel social, o de lo que no se hable con frecuencia, hay que hacer el duelo por ese pequeño que ya no está para que no quede enquistado, para que no se convierta en una herida ocultada pero abierta que no va a dejar de sangrar por mucho que uno finja que no está.
Hay personas que pueden sentirse culpables por sentir con mayor intensidad la muerte de su mascota que la de un familiar. Esto se encuentra apoyado en todo lo que venimos hablando, en el que se compara animal con ser humano, cuando en realidad no se trata de especies si no del vínculo construido. Si uno lo piensa desde ahí, la culpa no tiene donde sostenerse, aunque pueda seguir estando presente.
También estamos en unos tiempos en los que la tristeza no está muy bien vista, parece que si uno llora no es adecuado, y menos cuando es por este tipo de duelo. La realidad es que si hay ganas de llorar hay que llorar, hay que dejar salir las emociones para que no queden enquistadas. Que hoy día haya personas que no puedan sostener o aceptar el dolor de los otros, que les angustie ver a alguien sufrir y entonces devalúen esas emociones o increpen a la otra persona, no es razón para que uno también invalide su propio sentir. Fácil de decir, difícil de hacer pero necesario de mencionar para poder pensarlo.
Si adopto ya ¿me dolerá menos?
Tras fallecer se da una pregunta muy habitual «¿vas a adoptar de nuevo?«. En ocasiones, nos encontramos con que hay quien no pregunta y directamente aparece con otro animalito para rellenar el vacío del perdido. Otras veces solo ha pasado un mes y ya está la invitación de las personas cercanas a adoptar otro animal.
Cada uno ha de hacer lo que pueda hacer con su vacío, con su pena y su sentir. Partiendo de esto, un aspecto teórico a tener en cuenta es que un vacío no se rellena con nada que venga de fuera. Si hablamos de un vínculo real, nada podrá sustituirlo y el único trabajo posible será el de hacer el duelo, para después estar listo para crear otro vínculo diferente con otra mascota. Si hablamos de una mascota que ha sido ubicada en un lugar de objeto, por supuesto, es sustituible por otra sin mayor problema, porque solo los objetos se pueden sustituir unos por otros.
¿Recordáis la frase «un clavo saca a otro clavo«? Pues si hablamos de clavos sí, si hablamos de parejas y ex parejas, si hablamos de pérdidas de mascotas, la respuesta es no. Una mascota como un perro o un gatito es única e intransferible, todo lo depositado en esa mascota era maravilloso. Si uno adopta una nueva mascota nada más perder otra se habrá negado la posibilidad de duelo y estará poniendo sobre esa nueva mascota todas las expectativas de la anterior, estará intentando sustituir lo que no se puede sustituir, porque son dos animales diferentes aunque sean de la misma especie.
Dicho todo esto, como mencionaba anteriormente, esto son aspectos teóricos y cada persona tendrá que transitar con su pena, con el vacío y la angustia como pueda. No se trata de emitir un juicio, si no de poder conocer de antemano cómo funciona la mente humana y cómo funcionamos como individuos únicos ante el dolor terrible de la pérdida de un hijo, de un compañero fiel o de un gran amigo.
Y, sin lugar a dudas, si la muerte de vuestra mascota se os está haciendo muy duro, no dejéis de pedir ayuda a un profesional que os pueda acompañar a transitar por el duelo. Si queréis hablar con nosotros, sabéis que podéis encontrarnos aquí.
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