¿Se puede estar triste y que no sea síntoma de una enfermedad? Dicho con otras palabras ¿Podemos sentiros tristes y apenados sin que estemos hablando de la necesidad de recetar un tratamiento farmacológico o psicológico? En una sociedad donde hay que estar siempre contento y satisfecho llega un punto que cuando uno roza la tristeza ya piensa que hay algo mal en él pero ¿es o no es así?
En esta sociedad del bienestar donde, como su nombre indica, hay que estar bien como un imperativo y es lo único que se valora, sentimientos tan naturales como la tristeza están denostados. Si no, fijaros en las preguntas más frecuentes que se hace a Google sobre la tristeza: ¿Por qué no es bueno estar triste?, ¿Qué puede causar estar triste?, ¿Cuánto tiempo se puede estar triste?, ¿Cómo se le llama a estar triste sin razón aparente?, ¿Cuál es el sentimiento de la tristeza?, ¿Cuáles son los tipos de tristeza?, ¿Qué es la tristeza y ejemplos? Esta emoción se ha convertido en todo un fenómeno ajeno al ser humano, que puede ser contagioso y, por tanto, de lo que hay que huir.
Igualmente, se confunde en muchas ocasiones la depresión con la tristeza. Ya escribimos hace tiempo un artículo diferenciándolas, «Estoy triste, cómo saber si es tristeza o depresión«, pues veíamos que llegaban muchas personas a consulta con la certeza de padecer una depresión clínica cuando realmente se hablaba de tristeza, al igual que se habla en la calle de «estoy depre» cuando solo se hace referencia a un día o unos días en los que uno está un poco más triste.
¿Es bueno estar triste?
Tal vez no se trata de si es bueno o malo, simplemente es. La tristeza es un afecto natural que sentimos desde bien pequeños y nos acompañará a lo largo de toda, reitero, toda nuestra existencia.
El otro día señalaba en la consulta que podemos pensar que hay tristezas que denotan salud. Cuando perdemos a alguien a quien amamos, ya sea por una ruptura amorosa o porque ha fallecido, la tristeza es una respuesta natural y esperable puesto que nos señala que una persona está pudiendo afrontar la pérdida.
Otro ejemplo más del día a día. En esas situaciones en las que uno esperaba algo que no ha obtenido o alcanzado también puede aparecer la tristeza. En esos casos en los que uno tenía una imagen de sí mismo imposible de alcanzar y va sintiendo que el peso de esa idealización cae, también puede aparecer la tristeza. ¿Es saludable? Podríamos suponer que nos indica que está pudiendo afrontar dichas pérdidas, en lugar de perder a alguien, es perder algo de uno mismo, ya sea la desilusión o esos lugares que nos recuerdan más a deseos omnipotentes y que tanto duele bajarse de ahí.
Por tanto, hay tristezas que son necesarias, que son sanas y esperables, que no son patológicas.
¿Cuánto tiempo se puede estar triste?
Sin duda, también tenemos que decir que instalarse a vivir en la tristeza no es saludable. Al igual que antes citábamos ejemplos en los que se puede entender que uno pase unos días o un tiempo triste (como es hacer un duelo), también hay gradaciones de tristeza que nos indican la existencia de otras patologías.
Por ejemplo, se puede estar triste por alguien a quien uno ha amado y ha perdido pero si esa tristeza se alarga durante años e imposibilita la vida, entonces ya estamos hablando de un duelo que no se ha podido resolver y esa tristeza es indicativa de que sucede algo más que requiere de consultar con especialistas.
Entonces no hay un tiempo establecido de cuánto tiempo se puede estar triste, no hay pautas generales ni concretas, hay personas y afectos. Al igual que no todo el mundo vive, siente y percibe la tristeza de la misma manera. No es lo mismo la tristeza en la psicosis que la tristeza en la neurosis, ni la tristeza para «A» que para «B».
Bloquear la tristeza ¿Qué consecuencias tiene?
Socialmente la tristeza está muy mal vista, esto es así. Desde pequeños se les dice a los niños «no estés triste» en lugar de «¿por qué estás triste?», o «no llores» en lugar de «llora si lo necesitas y luego me cuentas qué te ocurre».
Tanto es así que, hoy día, nos encontramos en consulta a muchos jóvenes que no saben cómo lidiar con la tristeza. Hay un sentimiento bastante habitual de «¿cómo YO voy a estar triste?» como si fuese inconcebible, como si la tristeza fuese una cuestión de débiles y ajena a la naturaleza del ser humano. Como si estar triste o que ciertas cosas nos generen este afecto fuese algo terrible a nivel social y personal.
Ante la tristeza todos podemos responder de maneras de lo más variadas. Seguro que todos, o casi todos, habéis tenido la experiencia de encontrar a alguien en vuestras redes sociales poniendo fotos, textos o música triste, o incluso a lo mejor vosotros mismos habéis sentido la necesidad de hacer sentir al mundo vuestra tristeza. Sin embargo, seguro que también habéis conocido a otras personas -o vosotros mismos- que ante la aparición mínima de la tristeza se llevan a cabo conductas completamente contrarias, como «¿Me ha dejado mi novio? Hoy me voy de fiesta por todo lo alto, me pillo una cogorza y a por otro clavo».
Hay personas que les asusta poder sentirse tristes y, sin darse cuenta, bloquean y anulan ese afecto. El cual, ya os adelanto, no desaparece por mucho que uno haga como si no existiese. Todo lo contrario. Aquello que no ponemos en palabras, aquello que no tramitamos y elaboramos, al final acaba apareciendo con más fuerza y ahínco hasta que consigue tener la resonancia necesaria. De esta manera, sí podemos hablar de que haya más posibilidades de desembocar en una depresión o que aparezcan enfermedades psicosomáticas (enfermedades físicas que tienen un origen emocional).
Tristeza y medicación
Queridos lectores, es impresionante las estadísticas que hay hoy día en nuestro país sobre el consumo de ansiolíticos y antidepresivos. Desde hace 10 – 15 años España ocupa uno de los tres primeros puestos, a nivel internacional, del consumo de estos medicamentos. Y, en 2022, es el segundo año consecutivo en el que lidera esta lista. Así lo recoge el último informe de la Junta Internacional de Estupefacientes. Os pondré otra cifra, más de 2,5 millones de personas consumen psicofármacos a diario en nuestro país.
¿Por qué os pongo estos datos? Porque sin duda alguna es un claro ejemplo de cómo lidiamos con nuestros afectos. Afectos como la tristeza. También nos indica cómo lidiamos con la angustia, con la ansiedad… En lugar de hacernos la pregunta de ¿qué me pasa? uno se anestesia y se convierte en un consumidor habitual de un medicamento que no cura, que solo contiene el síntoma y lo atenúa durante un ratito. Porque, como decía Sigmund Freud (médico neurólogo y padre del psicoanálisis) «la ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas”.
Happycracia, la obligación de ser feliz
Estamos en una sociedad donde cada vez se tolera peor cualquier tipo de sufrimiento y malestar, ya lo indican los datos que os he mostrado antes, al igual que el trabajo realizado por el Dr. en psicología Edgar Cabanas y la socióloga Eva Illouz publicado con el título «Happycracia: Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas».
Os comparto un vídeo pequeñito, solo son 5 minutos, de una entrevista que le hacen a Cabanas sobre este tema y que os puede resultar interesante.
El punto es, si todos estamos obligados a ser feliz, si nos venden que ser feliz es el modo en el que tenemos que vivir constantemente ¿cómo vamos a poder lidiar con afectos tan naturales como la tristeza? Es para pensar de forma crítica y reflexionar acerca de como cada uno de nosotros vivimos nos manejamos en el mundo y con nosotros mismos.