Estar con ansiedad es una de esas experiencias de la vida que no resultan agradables y que, muchas veces, las personas del entorno del ansioso no saben muy bien ni qué decir, ni cómo decirlo o qué palabras de consuelo poder aportar para que esa persona sepa que está acompañada.
El sufrimiento emocional que provoca la ansiedad puede sonarle a chino a una persona que no ha pasado en ningún momento por una época ansiosa o que, a pesar de haber pasado por ella, la ha dejado a un lado como si nunca hubiese existido. Por ello, muchas personas que padecen ansiedad se suelen sentir muy solas e incomprendidas ante los demás, lo que también propicia que tiendan a quedarse más encerradas en sí mismas y se aíslen.
¿Qué es la ansiedad?
El primer paso es conocer qué es la ansiedad. Tenemos un artículo bastante completo «Tipos de ansiedad: cuáles son sus síntomas y causas» pero te voy a dejar algunas ideas a modo de resumen:
Podríamos definir la ansiedad como un estado de gran preocupación, agitación e incertidumbre por un futuro próximo. Puede causar síntomas físicos (problemas intestinales o taquicardias), síntomas cognitivos (dificultad de concentración) y síntomas psíquicos (aprensión, angustia, falta de control).
¿La ansiedad surge de repente y como vino se va? No, podemos tener la sensación de que ha llegado de repente pero, generalmente, esto tiene que ver con que uno no se ha dado cuenta o le ha quitado importancia a los sentimientos, emociones o situaciones que ha podido estar sintiendo y viviendo desde hace un tiempo.
¿La ansiedad aparece por que sí? Negativa de nuevo. La ansiedad no surge de la nada, hay un sufrimiento interno y profundo que está dando la cara a través de este malestar. Es decir, la ansiedad no aparece porque sí y requiere de un espacio de terapia para saber qué es lo que la está originando.
Qué no decir a alguien con ansiedad
Si os parece, vamos a empezar por esas cosas que no hay que decir a alguien con ansiedad porque son las que más suelen darse.
¡Tranquilízate!
Es normal que lo primero que se te venga a la cabeza es decirle a alguien que se tranquilice, lo que ocurre es que por mucho que le digamos a una persona que se esté tranquila no va a estar tranquila. No se trata de que no quiera, es que no puede. Por ello, es fundamental que tengas en cuenta que este tipo de frases suelen aumentar la frustración, el desespero y la sensación de incomprensión.
¿Es difícil acompañar a una persona con ansiedad? Muchas veces sí. Valora si puedes hacerlo, si puedes simplemente estar a su lado. A veces no es necesario añadir palabras, un abrazo o sentarte a su lado puede ser todo lo que necesite para sentirse menos sola.
No es para tanto, cálmate
El tema no es que sea para tanto o no, es que para esa persona es un mundo. A veces, esa sensación de incertidumbre que está ligada con la ansiedad nos lleva a pensamientos ilógicos e irracionales, la propia persona que lo padece puede darse cuenta de ello, pero por mucha cuenta que se dé con ello no elimina el sufrimiento de forma instantánea. Entonces, el no es para tanto, sí es para tanto para ella.
Tranquilízate, eres muy dramática
¿Puede serlo? Sí, o tal vez no. ¿Puedes decírselo? No.
Una persona con ansiedad no tiene por qué ser una persona dramática. Puede serlo si es una característica previa de ella pero por padecer ansiedad uno no es dramático. Decirle esto a una persona en pleno ataque de ansiedad es echarle a los leones.
No tengas miedo, todo va a ir bien
Es una frase que suene fenomenal, la verdad. Habrá personas que puedan escuchar esto y les dé calma, sobre todo si lo reciben de una persona a la que valoran y a la que sienten muy cercana, segura y que siempre está ahí.
Sin embargo, hay otras personas que pueden escuchar esto y sentirse totalmente incomprendidos porque no pueden apagar su miedo, no pueden pensar que todo va a ir bien cuando se les está cayendo el techo encima.
Misma frase, diferentes tipos de respuesta ¡así es el ser humano!
Déjate de tonterías, deja de llamar la atención
Un ataque de ansiedad no es ninguna tontería ni es una llamada de atención, con independencia de la edad que tenga la persona que lo sufre. Un ataque de ansiedad implica y genera un nivel de sufrimiento muy grande.
Si es un menor de edad a tu cargo y ya no sabes qué más hacer, llévale a la consulta de un psicólogo para que el profesional pueda ver qué es lo que le sucede. No pasa absolutamente nada si te han acabado los recursos o si estás agotado/a con el tema, cuando se trata de alguien a quien queremos las cosas nos afectan de otra manera. Un profesional podrá tomar la distancia necesaria para ello ¡es su trabajo!
Todo está en tu cabeza
Pues sí, todo está en su cabeza pero eso no quiere decir que no genere sufrimiento. Decir este tipo de frases no ayudan si no que señalan el problema, lo que aumenta la sensación de impotencia, malestar y falta de control ante las cosas que le pasan. Vamos, que se puede asustar más.
Hay gente que está mucho peor que tú y mira, siguen adelante
Apaga y vámonos. Evitad esta frase por todos los lados y ángulos posibles. Una persona puede tenerlo absolutamente todo a nivel material o a nivel emocional -según puedan ver los demás- y tener un agujero en el pecho del tamaño de una catedral. Desde fuera no podemos ver lo que hay dentro. No compares el sufrimiento y la situación de uno con la de otros, son personas distintas, con historias distintas y que se han construido como han podido con lo que les ha tocado vivir.
¿Ya empiezas otra vez? ¿Qué te pasa ahora?
Es el gran ejemplo de la incomprensión, o lo que tanto se suele decir ahora, de la falta de empatía.
Qué decir a alguien con ansiedad
Lo primero que tienes que saber es que no existe la frase mágica que ayude a que esa persona deje de padecer ansiedad o corte con el ataque de ansiedad que tenga en ese momento. Repito, no existe. Eso sí, citando a Freud «La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas».
Las palabras que podemos ofrecer a los demás cuando están sufriendo calman más que cualquier medicamento. Esas palabras escogidas y dirigidas con mimo al otro seguirán estando en su mente con una duración mucho mayor que cualquier ansiolítico, no van dirigidas a calmar los síntomas (el medicamento sí), si no a hacer saber al otro que es querido, escuchado, comprendido y que no está solo.
Como señalábamos antes con la frase «no tengas miedo, todo va a ir bien», cada persona puede responder de una forma muy diferente a la misma frase, así que tened en cuenta que os puedo decir frases que suenan estupendas y que a otros les suenen terribles. Como decíamos antes, no hay frases mágicas, hay personas diferentes que necesitan frases personalizadas.
Algunas ideas:
- Estoy aquí.
- Qué puedo hacer para ayudarte (en muchos casos, puede que aún no sepan qué les calma, en otros sí).
- Lo que sientes no es una tontería, estás sufriendo, eso es lo único importante.
- ¿Te parece bien si me siento aquí contigo hasta que se te pase?
- ¿Quieres -puedes- contarme lo que estás pensando?
- Si quieres un abrazo, aquí estoy.
- Se puede proponer a la otra persona respirar juntos profundamente, centrándose en cómo se llena el pecho. Una buena respiración ayuda a calmar muchos síntomas físicos y, por tanto, emocionales.
- Cuando quieras (puedas) hablar, aquí estoy.
- Siempre voy a estar para ti.
Dependiendo de vuestra relación o de cómo veas a esa persona, puedes cogerle de la mano y sostenerla entre las tuyas, o puedes ponerle una mano en el hombro y esperar, simplemente esperar, acompañándola.
Una vez que la persona esté tranquila y haya pasado lo peor, es importante poder recoger todo ese sufrimiento que has podido ver por ti mismo y hablarlo con ella. Es fundamental que, con mimo y con cuidado, le preguntes si se ha planteado poder hablar con un psicólogo de las cosas que le están pasando porque has visto que está sufriendo mucho y pueden ayudarla. No está sola y esto que está viviendo no es para siempre. También puedes ofrecerte a ayudarla a buscar el profesional o a acompañarla a la primera sesión.
Si quieres pedir cita con uno de nuestros psicólogos, puedes hacerlo pinchando «aquí«.
Sigamos hablando de ansiedad:
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